Los “porros”, “tabacos”, “cachos”, “joints”, «canutos», etc., son cigarrillos de marihuana y/o hachís, que son consumidos por millones de personas alrededor del planeta pero pueden dejarse si el paciente es debidamente tratado por profesionales.
El consumo de cannabis ha sido objeto de grandes debates acerca de la viabilidad o no de su legalización, aunque ya algunos países le han abierto sus puertas a la marihuana para el tratamiento de ciertas afecciones específicas, tales como el reumatismo, entre otras.
Las propiedades de la cannabis sativa e indica y su uso se remontan a 10 mil años atrás, y se ha ido desarrollando conforme a la evolución de la agricultura.
La planta de marihuana tiene más de 400 compuestos, incluyendo 60 tipos de canabinoides, que en un principio se utilizaban para diferentes usos domésticos. Tanto para la marihuana como para el hachís, el “porro” es la vía más común para su consumo.
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¿Qué es un porro de marihuana o hachís?
La marihuana es una mezcla de hojas secas, tallos y semillas de la planta cannabis sativa, cuyo principal componente psicoactivo es el tetrahidrocannabinol (THC), mismo que es extraído de los cristales de los bordes externos de la planta en forma de resina. Esa resina o polen es el denominado hachís.
El porro no es más que un cigarro a base de marihuana o hachís, que ciertos usuarios pueden mezclar o no con tabaco.
Efectos de la marihuana en el organismo
Al fumar marihuana (también puede comerse mezclada en bizcochos o en pasteles), el THC y otros componentes químicos de la planta pasan de los pulmones al torrente sanguíneo, que rápidamente los absorbe y traslada hasta el cerebro. La persona de manera casi inmediata empezará a sentir todos efectos.
Muchos usuarios experimentan una sensación de placer, producto de una mezcla de euforia y relajación.
Se incrementa la percepción de los sentidos, los colores se ven más brillantes, el tacto se agudiza, así como también pueden llegar a sobrevenir algunas alucinaciones visuales y auditivas leves, risa descontrolada, aumento del apetito y un cambio en la percepción del tiempo-espacio.
Sin embargo, todo depende de la persona. En muchos casos, se ha observado a individuos presentar episodios de pánico, ansiedad, miedo o desconfianza al consumir dosis excesivas de la sustancia, llegando incluso a desarrollar patologías mentales.
¿Son adictivos los porros?
Como es el caso de todas las demás drogas, el trastorno por consumo de marihuana se convierte en adicción cuando la persona no puede dejar de consumirla, aunque ello obstaculice e interfiera con muchos aspectos de la rutina diaria de su vida.
La potencia de la marihuana se ha incrementado, y cada vez son mayores las concentraciones del THC extraído, lo que posibilita más rápidamente la dependencia en el usuario.
Daños de consumir porros
Consumir marihuana puede causar un grave deterioro funcional en las habilidades cognitivas y pérdida del coeficiente intelectual, pero el grado y la duración del daño dependerá de la edad en que la persona se inició en el consumo, la cantidad consumida y la duración del hábito.
El efecto e incidencia de la droga en la memoria se produce porque el THC altera la forma en que el área del cerebro responsable de la formación de recuerdos, el hipocampo, procesa la información.
Las consecuencias del uso y abuso de la marihuana en estas funciones pueden prolongarse durante mucho tiempo, e incluso llegar a ser permanentes.
Tratamiento contra los porros
Las personas que padecen trastornos derivados del consumo de marihuana, sobre todo en el caso de los consumidores más jóvenes, con frecuencia también padecen de otras afecciones psiquiátricas.
Por ello, para lograr una correcta y efectiva deshabituación, el paciente deberá someterse a sesiones periódicas de psicoterapia que le ayuden a encontrar las estrategias necesarias para identificar y corregir su conducta compulsiva.
Así, el individuo podrá fomentar el autocontrol, abordar una serie de problemáticas que, con frecuencia, van de la mano con dichos comportamientos.
Aunado a ello, también se recomiendan las terapias de estímulo motivacional, que permitan motorizar los recursos internos de la persona para dejar de consumir la sustancia.