Perdonar es el primer paso para el cambio
No entendemos los beneficios del perdón
Solamente una vez que el perdón se convierte en parte de lo que eres, puedes comenzar a comprender en toda su magnitud el poder del perdón. Aprendes que no perdonar significa limitar tu potencial y tus posibilidades de vivir plenamente. Sin embargo, como la mayoría de las virtudes, una verdadera apreciación de su impacto beneficioso es difícil de conocer hasta que no se experimenta.
Estos son solo algunos de los beneficios conocidos e investigados que aparecen cuando se practica el perdón y se deja ir el resentimiento.
- Se rompe el ciclo de disfunción en la familia y se modelan nuevas forma de ser y nuevos modelos de relación más saludables entre sus miembros. Si elegimos cultivar la compasión y la empatía por el mundo que nos rodea y asumir la plena responsabilidad de nuestras vidas, será más sencillo que los demás también aprendan que pueden experimentar la vida desde otro punto de vista más generoso y comprensivo.
- Nos ayuda a volver a confiar en nosotros mismos. Cuando nos acercamos a la vida con la multitud de filtros que nos ponemos para protegernos del daño, hacemos que sea imposible ver el mundo con claridad. El resentimiento y la culpa nos llevan a malinterpretar lo que sucede a nuestro alrededor y esto hace que nos resulte más difícil tomar las mejores decisiones. Aprendemos a confiar en nosotros mismos a medida que comenzamos a responder de una manera que nos ayuda a lograr los resultados que deseamos. Estos cambios modifican muchos aspectos de nuestra vida, incluida la transformación de nuestras relaciones con los demás, porque ya no sentimos la necesidad de defendernos. Cultivamos relaciones más íntimas y de confianza y nos volvemos más presentes. Encontramos el empoderamiento que siempre hemos buscado.
- Experimentar más compasión por nosotros mismos y por los demás transforma el mundo en el que vivimos. Con la compasión aparece una experiencia de conexión que tal vez nunca hayamos sentido. Esta es la fuente de nuestra capacidad de sentir que estamos contribuyendo al mundo de manera significativa. Ampliando nuestra perspectiva de la vida, enfrentando tanto los desafíos como las recompensas con optimismo y una actitud positiva. De repente vemos el universo como una fuerza amiga y solidaria para nuestra superación y evolución. Comenzamos a solidificar la comprensión de nuestro valor inherente.
- Automáticamente comenzamos a experimentar más alegría en nuestras vidas. Diversas investigaciones han demostrado que los beneficios fisiológicos del perdón incluyen: a) niveles más bajos de cortisol, lo que conduce a una mejor respuesta al estrés; b.) disminución de la presión arterial; c.) respuesta más fuerte del sistema inmunológico; d.) más energía y concentración; y, e.) mejora de la salud del corazón.
No sabemos perdonar
En no pocas ocasiones no hemos aprendido a perdonar realmente.. Se nos dice que perdonar es superar. O dejar ir. Pero estos son los resultados del proceso, no la forma de curación. La curación a través del perdón exige que, en realidad tengamos que tomar acción y realizar cambios para mejorarnos a nosotros mismos. Primero, debemos reconocer y aceptar nuestro sufrimiento. En lugar de negar o reprimir, debemos permitir que los sentimientos fluyan a través de nosotros. Haciendo esto aprendemos a tener compasión por nuestro dolor y aumentamos la empatía por los demás. Se nos enseña desde pequeños a negar nuestras emociones negativas. Estamos adoctrinados para creer que nada bueno puede venir de permitirnos sentir la ira, la tristeza, el resentimiento o la vergüenza asociados con las experiencias dolorosas. Pero el primer paso en el proceso del perdón es reconocer nuestro dolor. Debemos reconocer que tenemos trabajo por delante y elegir hacer lo que sea necesario.
Obtenemos algo del hecho de no ser indulgentes
Puede que no seamos conscientes de ello, pero siempre hay una razón detrás de las cosas que hacemos. Puede ser una razón terrible o que hemos hecho inconsciente para no tener que mirarla de frente, pero eso no quiere decir que no exista una razón. Una de las preguntas más poderosas que podemos hacernos al considerar por qué, a pesar de la evidencia, seguimos eligiendo aferrarnos al resentimiento y la culpa es: «¿Qué gano al aferrarme a esto?» Tal vez “ser víctima” se ha convertido en parte de tu identidad. No es raro, cuando nos victimizamos, aunque parezca lo contrario, usamos el poder de manera encubierta para obtener lo que queremos. Cuando jugamos a ser la víctima, no creemos que podamos acceder directamente a lo que queremos, por lo que elegimos manipular el poder de quienes nos rodean. Pero esto no es una expresión auténtica de quién eres. A veces, retener el perdón nos da una razón para aferrarnos a nuestra ira, lo que nos ayuda a obtener lo que queremos. La ira es probablemente el síntoma más común de la ausencia de perdón.
Nos damos cuenta de que es más fácil usar estos sentimientos negativos para obtener lo que queremos de los demás que usar la negociación o el compromiso. Esto puede ser cierto por un tiempo en nuestras vidas, pero a la larga, el resentimiento y el peso de la culpabilidad y la incapacidad de perdonar solo nos traerá malas decisiones y relaciones no saludables con nosotros mismos, con los demás y, en general, con cualquier circunstancia de nuestra vida. A medida que nos embarcamos en nuestro viaje de sanación, debemos estar dispuestos a dejar ir la ira.
Sanar de verdad
Todo esto nos lleva a reflexionar que, para sanar de verdad, debemos pasar de forma ineludible por el perdón.
Es posible que la adicción nos haya hecho pensar que el sufrimiento inevitablemente ocurre porque dependemos de fuerzas externas, como la atención o la simpatía de otra persona, para que nos brinden valor. Pero cuando la sanación se produce desde el amor propio y la autocompasión, comenzamos a ser capaces de distinguir entre la historia de lo que nos pasó y lo que realmente somos.
Muchas veces somos tercos, nos cuesta tomar decisiones difíciles y, solamente cuando sentimos que no podemos más y que, la adicción nos ha llevado a lo más bajo, nos damos cuenta de que no hay otro camino que el del perdón para poder mirar hacia delante.
En realidad, puede ser mucho más sencillo: basta darnos cuenta de que aferrarnos a ese dolor y al resentimiento solo hará más largo el camino. Pero podemos elegir sanar el pasado y comenzar hoy mismo; empoderarnos completamente para crear una vida que signifique más que manejar nuestro dolor psicológico y las heridas que nos hicieron y que nos hicimos.
Cuando aprendemos a perdonar y realmente hacemos borrón y cuenta nueva, descubrimos que esta es la forma más singular de empoderamiento que puedes darte a ti mismo. Y todo se transforma a nuestro alrededor.
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