El consumo de alcohol, sobre todo en exceso, es muy común hoy en día. Al igual que los son los tratamientos médicos para superar una enfermedad, infección  o mejorar la calidad de vida de muchas personas. Se trata de dos tipos de sustancias que el cuerpo ingiere, digiere y al final expulsa. Sin embargo, su uso combinado es bastante habitual. En el post de hoy, queremos contarte qué ocurre al tomar alcohol con antibióticos, qué consecuencias puede tener esto y por qué no deberías hacerlo.

¿Qué pasa si bebes alcohol con antibióticos?

Por lo general, existe la creencia de que al mezclar alcohol con antibióticos, éstos pierden su efecto en el organismo. Esto no es del todo cierto, pues solo es un mito. Al tratarse de sustancias que se procesan en el hígado, éste funciona más lentamente. Es decir, la absorción en el hígado de cada uno de ellos será más lenta, puesto que el hígado tiene que trabajar con ambas para procesarlas. Cada situación es diferente, cada tipo de antibiótico tiene una composición diferente que puede reaccionar aumentando o disminuyendo su efecto al ingerirlo simultáneamente con alcohol.

Asimismo, el estado de salud de la persona es también un factor influyente. No es el mismo caso de una persona alcohólica que de una persona que bebe ocasionalmente. Y, no se dará el mismo caso en personas que tienen un tipo de medicación habitual que un tratamiento ocasional por un infección, por ejemplo.

Además, es sabido que con los años, esta mezcla puede empeorar la situación. Las personas mayores de 65 años están más expuestos a estos efectos, ya que son más sensibles al alcohol y suelen tener problemas de salud con más frecuencia.

 

Nueva llamada a la acción

 

Razones para no mezclarlos

Aunque algunos con algunos de los antibióticos se haya demostrado clínicamente que no tienen una interacción significativa con el alcohol, siempre es recomendable no mezclar estos dos tipos de sustancias. A continuación te damos algunas razones para no hacerlo:

 

  1. No tener conocimiento de cómo pueden afectar los factores de cada situación (tipo de antibiótico, cantidad de alcohol, estado de salud, etc.) es posible que los efectos secundarios de este tipo de medicamento aumenten.
  2. El alcohol es una droga como cualquier otra, solo que se le atribuye una connotación no tan negativa por tratarse de una sustancia tóxica legal. Al combinarlo con antibióticos, no solo se deben tener en cuenta las consecuencias de es mezcla, sino también las consecuencias que la ingesta de alcohol trae por sí misma.
  3. Ante la elección de antibióticos y alcohol, las personas suelen dejar el tratamiento médico al que se están sometiendo para ingerir alcohol, por lo general en alguna ocasión especial. Esto puede tener consecuencias graves para la persona, ya que es una forma de facilitar que la infección se prolongue en el tiempo.
  4. Otra forma de que la infección agrave es debido a los efectos del alcohol en el sistema inmunológico, pues puede dificultar la curación. Con grandes ingestas de alcohol, las defensas se debilitan frente a la infección.

 

Aunque no existan evidencias científicas sobre el consumo de alcohol y antibióticos simultáneamente, estas razones son suficientes para al menos durante el tratamiento con éstos, decidas no consumir alcohol.

Aún así, a continuación te damos algunos ejemplos de antibióticos que no deben ingerirse con alcohol:

 

  • Cefotetan (antibiótico cefalosporina): provoca efectos secundarios muy desagradables, como pueden ser dolores de cabeza, sudoración, pulso acelerado y enrojecimiento.
  • Metronidazol (tratamiento de infecciones bacterianas): la mezcla provoca cólicos, vómitos, náuseas, dolores de cabeza.  
  • Linezolid: la mezcla con alcohol aumenta la tensión arterial en gran medida.
  • Isoniazida, pirazinamida o rifampicina: pueden provocar una lesión grave en el hígado.
  • Doxiciclina o eritromicina: en este caso, se reduce el efecto del antibiótico y se aumenta el riesgo de una intoxicación con alcohol.

 

Conclusión

Comprendemos que la presión social en un evento puede inferir en la decisión de cualquier persona de consumir alcohol, aunque sean una o dos copas. Sin embargo, si estás en tratamiento con antibióticos, no es nada recomendable. No sabrás cómo va a afectar esa mezcla a tu cuerpo ni a las funciones de los antibióticos frente a la infección que se quiere tratar. Es imposible controlar todos esos factores, por ello nuestra recomendación es que te abstengas de ingerir alcohol.