La reciente aparición de un nuevo virus: la viruela del mono, ha reabierto el debate sobre las denominadas fiestas Chemsex.

En esta ocasión, uno de los focos de infección de este virus ha sido localizado en nuestro país en un local en el que tenía lugar una de estas fiestas, pero, este tipo de eventos no es algo nuevo, desde hace años se viene advirtiendo del potencial peligro de estos encuentros. En este artículo te contamos en qué consisten.

¿Qué son las fiestas Chemsex?

El llamado chemsex hace alusión a un tipo de práctica en el que se consumen drogas a fin de facilitar o intensificar la actividad sexual.

Las fiestas Chemsex también denominadas «party ‘n’ play» («PNP» o «PnP»), “wired play” (juego cableado) «High ‘n’ Horny» («drogado y caliente», abreviado «HnH»), SDU («uso de drogas sexualizadas») o según la RAE adaptando al español el anglicismo, como sexdopaje, son un un tipo particular de encuentros, mayormente vinculados a la cultura gay en los que se produce un consumo sexualizado de sustancias, es decir, los participantes consumen drogas con fines sexuales, a fin de potenciar las relaciones, deshinibirse y mantener largas sesiones de sexo, inclusive con varias parejas sexuales y sin la adecuada protección, durante horas o incluso varios días.

Perfil de los participantes en este tipo de eventos

Conforme a los datos arrojados por un estudio realizado por 22 hospitales de la Comunidad de Madrid, el perfil de los participantes de estas fiestas «chemsex» es el de un varón con una edad media de 35 años, con poder adquisitivo y estudios superiores.

De hecho, contrariamente a lo que se pudiera suponer, estas fiestas, no pertenecen a ambientes marginales y su planificación suele llevarse a cabo días antes mediante las redes y aplicaciones específicas para este tipo de encuentros.

Riesgos por partida doble

Estos estudios también señalan que, las personas que participan en tales fiestas sexuales tienen una mayor posibilidad de contagiarse de enfermedades de transmisión sexual, incluido el VIH/SIDA y que, un gran porcentaje de los asistentes acaban dando positivo en sífilis, gonorrea, clamidia, hepatitis y VIH, puesto que el 90 % de estas prácticas se realizan sin preservativo, algo que convierte estos eventos en un verdadero problema de salud pública, tanto por la posibilidad de contraer una de estas infecciones, como por los riesgos añadidos del abuso de substancias.

El peligroso añadido de las drogas

La droga más empleada en estas fiestas es la metanfetamina, también llamada por muchas personas cristal, crystal meth, tina o T,2​.

Esta substancia es considerada un afrodisiaco, estimulante y euforizante, reduciendo la inhibición a nivel sexual, eliminando la necesidad de dormir, aumentando la excitación y posibilitando a los consumidores inhibir la eyaculación, algo que facilita que estos encuentros sexuales duren muchas horas y, además, consigan que las personas lleven a cabo prácticas de riesgo.

Y, no solo eso, además, dado que este tipo de encuentros pueden llegar a durar varios días, los participantes también hacen un uso continuado de este tipo de droga, prolongando los síntomas de su intoxicación y aumentando drásticamente las posibilidades de una sobredosis.

La metanfetamina supone un riesgo añadido porque también, entre sus efectos, se encuentra el de suprimir la respuesta autónoma y causar llagas en la boca, haciendo más fácil que actos sexuales, normalmente de bajo riesgo, como el sexo oral, se transformen en actividades con una mayor probabilidad de transmisión de enfermedades.

Además, tras su consumo, la bajada de la droga en el cuerpo, tiene un efecto de choque, pudiendo desembocar en un estado de ánimo depresivo y una marcada hipersomnia, entre otros muchos efectos secundarios.

También se consumen otras drogas especialmente peligrosas como la mefedrona, una catinonas sintéticas que presenta un elevado potencial de generar episodios psicóticos y paranoia. También se emplean GHB, GBL,3​ y nitritos de alquilo (los popularmente conocidos como poppers).

Otra droga frecuentemente empleada es la ketamina, un alucinógeno disociativo que hace que se distorsione la percepción y hace que el usuario tenga una sensación de desprendimiento a fin de hacer más sencilla prácticas como el coito anal receptivo o el fisting.

También se consume alcohol, cocaína, barras de plata (MDMA) y medicamentos como Viagra. Además, por si fuera poco, en estas fiestas, muchos de los consumidores emplean estas drogas inyectadas. En resumidas cuentas, un coctel sumamente peligroso que, mantenido durante varios días puede tener fatales consecuencias.

De hecho, la desinhibición que provocan estas substancias estupefacientes contribuye también a hacer que, los participantes sean infinitamente más vulnerables a determinadas amenazas como los robos, las violaciones, las agresiones o, inclusive, el asesinato. Esto unido a lo que antes ya comentamos y que, bajo los efectos de estas drogas, es mucho más probable que los comportamientos sexuales incluyan altos riesgos: barebacking por omisión de la protección frente a enfermedades aumentando la probabilidad de contraer una infección sexual y reducir la adherencia a los medicamentos para tratar el VIH, múltiples parejas sexuales, traumatismos causados por prácticas como el fisting o inyecciones mal suministradas. Todo esto unido a las sobredosis y los daños neurológicos que puede causar el abuso de dichas substancias.

Pareja sana

En resumidas cuentas, las Chemsex, otra vez de moda, vuelven a convertirse en unos eventos potencialmente peligrosos y en los que no podemos obviar los riesgos.

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